Imagina estar en la casa de uno de los hombres más brillantes de todos los tiempos: Stephen Hawking, el físico teórico cuya mente desafiaba las leyes del universo. Ahora, imagina estar acompañado de un genio diferente, pero igualmente célebre: Jim Carrey, el cómico que revolucionó el cine con su estilo excéntrico y carismático. Así comenzó una historia que podría parecer sacada de un guión de película, pero que fue completamente real.
Era 2003, y el destino había juntado a dos titanes de mundos opuestos. Stephen Hawking, un hombre que había desentrañado los secretos del cosmos, y Jim Carrey, que había hecho reír a millones con sus caras exageradas y su humor único. Sin embargo, cuando los dos se encontraron en la casa del propio Hawking, la realidad superó a la ficción.
Según cuenta Jim Carrey en diversas entrevistas, al principio todo era bastante normal. Charlaron sobre física, sobre las maravillas del universo, y quizás compartieron algunas anécdotas sobre sus respectivas carreras. Pero, como era de esperar, Carrey no podía resistir la tentación de romper la tensión con una de sus bromas. Y entonces, con su característico sentido del humor, miró a Stephen Hawking y le hizo una pregunta que nadie esperaba.
Con su cara seria, Carrey se acercó al brillante físico y le lanzó la pregunta sin pensarlo dos veces:
"¿Puedes fingir que me atropellaste el pie con tu silla de ruedas?"
Silencio. Un momento de asombro. Nadie sabía cómo reaccionar ante tal petición. Pero lo increíble vino a continuación. En lugar de sentirse ofendido, Hawking, quien nunca perdió su sentido del humor a pesar de las dificultades que enfrentaba debido a su enfermedad, simplemente sonriendo. A través de su sintetizador de voz, respondió con un tono juguetón: "Claro, Jim, si eso es lo que quieres".
Y fue así como el gran Stephen Hawking, en un giro inesperado, fingó atropellar el pie de Jim Carrey con su silla de ruedas, como si fuera parte de una película de comedia surrealista. Los dos se rieron, y ese momento se convirtió en una historia legendaria que muchos no podían creer, pero que sucedió en la casa de uno de los hombres más inteligentes del planeta.
A veces, el humor tiene el poder de derribar las barreras más grandes, incluso las que separan a dos mundos tan diferentes como la ciencia y la comedia. Hawking, en su infinita sabiduría, entendió que no solo hay que comprender el universo, sino también disfrutarlo con una sonrisa. Y Carrey, como siempre, nos recordó que incluso los momentos más serios pueden ser dignos de una buena carcajada.
Una lección importante: no importa cuán grandes sean los mares, siempre hay espacio para la diversión, incluso cuando estás rodeado de genios.